FELICES 150° AÑOS LA ESTACIÓN “ROSAS” 

 

Rosas es un muy pequeño pueblo del Partido de Las Flores, en la Provincia de Buenos Aires, de no más de 100 habitantes.

 

La estación Rosas se inauguró en julio de 1872, cuando el F.C. del Sud habilitó su extensión desde la estación Salado (hoy General Belgrano) hasta Las Flores y se ubica en el kilómetro 192 desde Plaza Constitución.

 

HISTORIA

 

«… El paraje de 120 kilómetros cuadrados tiene un pequeño poblado y varias estancias. Algunas de sus construcciones que datan del siglo pasado, fueron recicladas, pero la Iglesia, que a la caída del sol queda pintada en la pampa bonaerense, y la estación de trenes, son vestigios de un pasado providencial.

 

A Serapio Rosas, uno de los primeros hacendados, que en 1874 luego de la revolución mitrista murió lanceado por Juan José Catriel, debe el nombre este lugar.

 

Con el correr del tiempo se fueron asentando los paisanos y los primeros inmigrantes vascos, que trajeron consigo el juego de la pelota paleta para su pasatiempo en la pampa. En 1900 el crecimiento de las chacras y tambos acrecentaron la actividad tambera, que con el tendido de la ya existente red del Ferrocarril Sud facilitó el transporte de los productos lácteos, huevos, pavos, carnes y granos a Plaza Constitución.

 

En la actualidad Rosas cuenta con más de 150 personas que en su mayoría superan los 50 años de edad, y son antiguos pobladores que aún permanecen en el lugar. Las nuevas generaciones emigraron por la falta de fuentes laborales. Tres veces por año, Rosas se viste de fiesta. Sus dos escuelas, las Nro. 28 y 29, y la capilla organizan una fiesta criolla con matinée bailable. Carreras de sortija, carreras cuadreras, choriceadas y asados al aire libre congregan al vecindario. En diciembre de 1991 la Comisión de Fomento de Rosas solicitó la creación de una Delegación Municipal que realizó, entre otras cosas, la iluminación de las calles principales.

 

La leyenda «Hágase propietario del Frigorífico de Las Flores comprando acciones», pintada en una de las antiguas estanterías del almacén de ramos generales «La Invencible», inaugurado hace 70 años, invita a ingresar en el túnel del tiempo hacia un pasado progresista. Por el año 1928, para los carnavales en la misma noche se hacían dos corsos en el poblado, uno de cada lado de la vía. Eran noches de grandes fiestas y bailes hasta el amanecer.

 

En la década del ´40 y ´50 todas las tardes había entre 15 y 20 chicas, que enseñaban a bailar tangos, rancheras y pasos dobles en el club. Si no tenías corbata y traje no te permitían bailar. el baile del 31 de diciembre y la matinée del 1ro. de enero eran las mejores noches para bailar. El salón del club Juventud Rosense, que antes se llamaba Sportivo Rosas, en esos tiempos se hacía chico para 400 personas.

 

Los sábados por la tarde, cuando la muchachada dejaba de trabajar en el campo, se juntaban en el boliche a jugar a las cartas por la copa. Los palenques se abarrotaban de sulkys y caballos. Enfrente de mi boliche, los tamberos se juntaban a jugar a la pelota paleta en una cancha que ellos mismos habían construido. En esas épocas había tres fábricas de queso Marrec, en «El Despunte», en la estancia «El Toro» y en «Rosas», recordaba Daher Chumen de 70 años.

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