La dislexia es un trastorno de origen neurobiológico y hereditario para aprender a leer en forma fluida, exacta y automatizada, que trae grandes consecuencias emocionales si no es tratada y acompañada tanto en el ámbito familiar y escolar, como de la salud.
Es un trastorno del aprendizaje de la lectura y la escritura, de carácter persistente y específico, que se da en niños que no presentan ningún hándicap físico, psíquico ni sociocultural y cuyo origen deriva de una alteración del neurodesarrollo.
La dislexia es mucho más que tener dificultades en la lectura y en la escritura, ya que existen problemas de compresión, de memoria a corto plazo, de acceso al léxico, confusión entre la derecha y la izquierda, dificultades en las nociones espacio-temporales y otras. Debemos tener en cuenta que no existen dos disléxicos idénticos y por tanto cada caso es único y no tiene por qué presentar la totalidad de los síntomas.
El principal problema que tiene la dislexia es que no es compatible con nuestro sistema educativo, pues, dentro de este, todos los aprendizajes se realizan a través del código escrito, por lo cual el niño disléxico no puede asimilar ciertos contenidos de materias como Conocimiento del Medio, porque no es capaz de llegar a su significado a través de la lectura.
La Ley 27306 garantiza en nuestro país el derecho a la educación de niños, adolescentes y adultos con dislexia y otras dificultades específicas de aprendizaje (DEA).
Disfam Argentina, la Asociación Argentina de Dislexia y Familia, promueve junto a otras Asociaciones del mundo y de la Argentina octubre como el mes de la concientización de dicha condición.
Una detección y actuación precoz sobre esta condición es imprescindible para evitar el fracaso escolar, personal y social de las personas portadoras de la dificultad.
Desde la OIDEA (Organización Iberoamericana de las Dificultades Específicas del Aprendizaje) se ha convocado a una campaña bajo el lema «#UnidosporlaDislexia, para la visibilización de este trastorno neurobiológico en el que se solicita iluminar los edificios públicos del color azul turquesa, ícono de este trastorno.
Además, se está trabajando fuertemente para que el 8 de octubre sea reconocido como Día Internacional de la Dislexia ante las Naciones Unidas, iniciativa que ya cuenta con el apoyo de la Organización de Estados Iberoamericanos.
El 8 de octubre hagamos visibles estas dificultades que afectan al 10% de nuestros niños, jóvenes y adultos.
*Por María Arabetti, presidenta Disfam Argentina (Asociación de Dislexia y Familia en Argentina).