Hoy se puede decir que el retorno de la democracia en 1983 fue mucho más una consecuencia de la guerra de Malvinas y de un cambio de alineamiento hacia la democracia en todo el mundo que de las luchas populares. Pero, al mismo tiempo, es justo reivindicar el posterior hecho histórico que significó el juzgamiento a las Juntas Militares, responsables directas de los crímenes de lesa humanidad (como asi también a la violencia autoritaria y antidemocrática de las cúpulas guerrilleras) durante el gobierno del Dr. Raúl Alfonsín. Ello constituyó un caso incomparable con procesos en el resto del mundo, como asimismo lo fue el restablecimiento de las libertades públicas.
En ese sentido, la dictadura cívico-militar -con la batuta económica liberal de Martínez de Hoz- habia impulsado -a la par de los secuestros, asesinatos y robo de niños- un deterioro pronunciado del empresariado nacional y del nivel de vida de los sectores populares.
Alfonsín interpretó como nadie el tiempo que le tocó vivir y fue mucho mas allá de su partido: lideró un fuerte proceso de recuperación de derechos y de reconstrucción institucional, reuniendo adhesiones de uno y de otro signo del espectro ideológico. Más tarde hizo agua frente a los desafíos económicos y sociales de ese momento, pero se fue de la política y de la vida con el reconocimiento y el respeto de la amplia mayoría de la sociedad.