El manejo del poder político no implica resolver aisladamente los problemas que se generan cada día, yendo detrás de los acontecimientos.Tampoco es un cerrado equipo -mas o menos homogéneo de amigos- que coordina a ministros de poco poder, con un supuesto conductor formal de escaso líderazgo, que dice y se desdice a diario.
El poder no puede estar «loteado» ni ser bicéfalo.Tampoco puede operar con eficacia si se ejercita con «obediencia debida» a jefes/as u organizaciones que están fuera de las escalas jerárquicas de la democracia republicana.
Tal vez el meollo sea contar con un proyecto de país consensuado, con una hoja de ruta, que le de un sentido a los esfuerzos de los ciudadanos de a pie y al cual se supediten todas las iniciativas y las diversas gestiones.
Porque un político sin alguna formación «técnica» camina a tientas pero un «técnico» sin calle, que subestima el arte de la política, termina siendo un mal técnico, que no prioriza o ignora el impacto social de sus decisiones. Decisiones que hoy deben poner en primer plano testear más y aislar a los detectados, vacunar más rápido, con mejor logística, recurriendo a todas las vacunas que existen, sin atarse a 2 o 3 de ellas.
Y a tener el suficiente equilibrio para garantizar el cuidado individual y colectivo frente al implacable virus, honrando la heroica labor de los profesionales de la salud, y -al mismo tiempo- admitir la apertura regulada de más actividades económicas (formales e informales) y educacionales, con protocolos adecuados. Porque del otro lado, hay infinidad de compatriotas que necesitan trabajar para comer y educarse para ser ciudadanos plenos y para no caer en la oscura noche de la depresión y/o de la violéncia: hay gente angustiada, de carne y hueso, que -como diría Scalabrini- está sola y espera.
* Miembro del Club Político Argentino