Cuando vamos acercándonos a las elecciones de medio término, el país ingresa en este proceso electoral en una situación dramática. De acuerdo al Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, entre 2017 y 2020, el porcentaje de trabajadores pobres paso del 15,5% al 27,4%. Asimismo, hubo un crecimiento del del 1.9% al 4.4% si consideramos el umbral de la pobreza extrema.
El gobierno entra en este proceso confiando en la vacuna y en la unidad del peronismo, dejando de lado banderas como la mejora de la calidad de vida. Así, la mesa familiar es la gran opositora del gobierno nacional, en donde se reflejan dos sentimientos: pesimismo y angustia.
Día a día observamos como se va deteriorando la autoridad presidencial, complicando el panorama político. Hay dos momentos claves que definen este proceso. Por un lado, el discurso de la Vice Presidenta en el Estadio Diego Armando Maradona en La Plata y por otro lado la aceptación de la renuncia de la Ministra de Justicia Marcela Losardo.
Estos hechos muestran la pérdida de poder que se vislumbran, a su vez, en la imposibilidad de lograr que el Senado de acuerdo al Presidente y Directores del Banco Central o lograr acuerdo para designar embajadores en la Unesco y Australia (Losardo y Nielsen). Asimismo, el actual ministro de Justicia no comulga con el Presidente en que el Juez Federal Rafecas sea procurador general. Demasiado ruido para un momento en donde se necesita coordinación.
Se está viendo algo muy parecido a lo ocurrido pocos años atrás en la Federación Rusa en donde si bien Dmitri Medvédev era el Presidente (2008-2012), el poder emanaba de la Jefatura de Gabinete a cargo de Vladimir Putin. En nuestro país, se observa cada vez mas claro que el poder esta en la vicepresidencia.
Al quedar expuesta esta anomia institucional, el proceso electoral toma otra dimensión convirtiendo a Cristina en la clave. La oposición, por otro lado, no logra salir de su laberinto y sigue sin generar propuestas que puedan cambiar la agenda cristinista. El Jefe de Gobierno de la Ciudad busca liderar la oposición imponiendo candidaturas en la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires pero por ahora con más rechazos que adhesiones. Mauricio Macri busca ocupar un lugar central pero no hace más que generar lejanía y confusión. El radicalismo y la Coalición Cívica buscan su lugar en una hoguera de vanidades en donde el cargo es lo más importante.
Así, ambas coaliciones deberían mirar con mucha preocupación lo ocurrido en Chile en donde hace pocas semanas implosionó el sistema de partidos en la elección de constituyentes. La sociedad buscó otras respuestas a sus problemas generando un hito inédito. Argentina no esta lejos que algo así pueda ocurrir. Está en la propia política brindar la respuesta para no quedar afuera.