El fallecido Ernesto Laclau se había graduado en historia en la UBA y, en su juventud, había participado en la Izquierda Nacional, que lideró Jorge Abelardo Ramos.
Laclau reivindicaba al «Colorado» Ramos, al cual consideraba su mentor, al extremo de decir que seguía manteniendo con él un diálogo imaginario cada vez que reflexionaba sobre sus nuevas ideas. Pero, como él antes había comenzado su accionar en la socialdemocracia liberal, quizás nunca superó su incomprensión del peronismo histórico.
En 1968, con el padrinazgo de Eric Hobsbawn, había arribado becado a la Universidad de Essex, en Inglaterra, donde hizo su doctorado en historia y se transformó en profesor emérito de teoría política de esa universidad, donde también era director del programa de ideología y análisis del discurso.
Tuvo como prioridad su carrera académica y denominó post-marxismo a su intento de fusionar a Marx con Freud, Lacan y Gramsci; a Althuser con Carl Smith, derivando finalmente en una rara mixtura de autoritarismo retro-progresista, que incluía su rechazo al parlamento, al que consideraba anti-popular.
Laclau hacía una apuesta a un mayor personalismo del Ejecutivo y a la permanente entronización de un enemigo, real o imaginario, como constructor discursivo del pueblo y de las equivalencias de las identidades populares. Intentaba resignificar la hegemonía «populista», procurando así superar el reduccionismo clasista del marxismo dogmático.
Constituyó uno de los referentes teóricos mas polémicos, citado en la mayoría de los foros internacionales de politólogos y de las ciencias sociales, particularmente en el seno del progresismo post-moderno.
Transformado en un icono por la intelectualidad oficialista más dura, su espacio de diálogo con pensadores de todo el mundo en el Canal Encuentro, tuvo momentos interesantes. De todos modos, abordó mayoritariamente debates setentistas pre-caída del Muro, pre-implosión de la URSS y del fracaso de aquellos colectivismos burocráticos, que rechazaban la democracia y a los tres poderes de la repúblicas modernas.
A pesar de los reparos expuestos, Laclau siempre inducía a pensar y a validar otros pensamientos a partir de sus construcciones discursivas y, en ese sentido, lo recordamos.
(*) Socio del Club Político Argentino