O inventamos o erramos
LA BÚSQUEDA DE UN CAMINO PROPIO Escribe Mario Elgue
Van perdiendo peso las versiones más extremas de algunos dogmas metropolitanos que pretendían convencer a los países periféricos y/o emergentes que sólo les quedaba la resignación y el acople sumiso, siguiendo fórmulas y herramientas que no eran las que ellos aplicaban fronteras adentro.
CAPITALISMO Y REGULACIONES
Y ello se aprecia con toda claridad en los inconvenientes que afronta el «capitalismo realmente existente», que se está alejando de la exagerada desregulación y de la desconexión del sistema financiero con la economía real. Cada vez se observa con mayor claridad que países que eran considerados espejos de la ortodoxia liberal, recurren a herramientas intervencionistas para lograr mayor viabilidad y equilibrio social
El MITO DE LA CONSPIRACIÓN
Al mismo tiempo, hay que abandonar a su suerte el mito conspirativo de aquella vieja iconografía del discurso ultraizquierdista que -en su violento sustitucionismo elitista- machacaba sobre el accionar coordinado de “demonios” externos (la visión exagerada de un imperialismo unificado), a los cuales consideraba los únicos culpables de nuestros males.
Por el contrario, es preciso adoptar desprejuiciadamente ideas e instrumentos diversos: dar los pasos necesarios hacia una introspección inteligente que supere la autodenigración, el desarraigo y añejas deficiencias de conocimientos propios. Sin caer, claro está, en el error inverso: en ese fundamentalismo inconducente del conservadurismo liberal que permanece obnubilado mirando al cielo, a la espera de un «derrame» que nunca concurre a la cita.
ESTADO ORDENADOR Y CONSENSOS BÁSICOS
Tanto el Estado ordenador del mercado como los trabajadores organizados, una burguesía innovadora y competitiva y el sector de genuinas cooperativas y mutuales son actores imprescindibles en el cauce de una socioeconomía plural.
En este sentido, debemos esforzarnos en consensuar puntos de vista democráticos, siguiendo aquel consejo del maestro de Bolívar: o «inventamos o erramos», haciendo a un lado el facilismo de atajos engañosos, avanzando hacia el diseño de un camino propio, más justo y consistente.
Para ello, debemos volver a hacernos las preguntas más pertinentes y elaborar las respuestas más adecuadas. Ir más allá del reduccionismo de los tecnócratas cegados por las planillas y de las generalidades de la politiquería de vuelo bajo: terminar de construir una democracia republicana y participativa, con efectiva división de poderes; un proyecto de desarrollo integrado, justicia distributiva e inclusión social.