Es preciso que -en aras de la paz social- todos repudiemos el condenable intento de asesinato a la Vicepresidente y solidarizarnos con ella, más allá de la diversidad de posturas políticas. Al mismo tiempo, se debe exigir a la Justicia el inmediato esclarecimiento del hecho y de los móviles de su autor y no prejuzgar (echando la culpa a la oposición y a los medios) acerca de este extraño accionar de una persona que logró llegar a centímetros de la Vicepresidente, comenzando por la inacción de sus numerosos custodios y de la Policía Federal, responsable de su seguridad.