(La tarde de lluvia me golpea con una muy triste noticia. Falleció el gran actor Enrique Muñiz.)
No fuimos amigos, pero compartimos algún que otro momento. Allá por el año 2005 ganamos un caduceo con el programa Vía Libre,una hermosa idea radial que llevamos adelante vos, Denis Ottone y yo.
Siempre que nos encontrábamos me decías de volver a hacer radio.
Esto lo escribí para el diario hace un tiempito y estabas tan contento y agradecido.Te re contra merecías este escrito y mucho más.
Te lo regalo para que te lo lleves genio y gracias por aquellos momentos de radio compartidos, fue un placer Maestro.
En memoria de Enrique Muñiz
(Texto publicado en Las Flores Digital hace ya un tiempo)
«El Hombre que dejó el alma en el escenario»
“La vida no es más que un interminable ensayo, de una obra que jamás se va a estrenar.”. Me quedó esa frase de una película que vi en blanco y negro hace un tiempo atrás un domingo de lluvia. La frase es el telón perfecto para hablarles de otro de los grandes actores que nos ha regalado la escena local. Me tocó en suerte hacer radio con él, en aquél programa donde la literatura y la música nos llevaban de viaje a través del eter , a vivir experiencias únicas. Me encontré con un tipo que al interpretar un texto te ponía la piel de gallina,prolijo, trabajador y con mucho talento, además esa mística mezcla de bon vivant y bohemia.
Camina por la estación de trenes, observo como ese hombre, tal vez melancólico, lleva consigo en su bolso un sin número de personajes que asoman como pidiendo que les de vida otra vez.
La virtud de La sombra de este actor reside, entre otras cosas, en la capacidad de ahogar el drama, nada más y nada menos.De presentarlo en su crudeza pero sin caer en el exceso, en mostrar con ello lo absurdo de la condición humana. Que nos puede hacer reír con solo un gesto, esa mueca que perdurará por siempre.
Enrique tiene impregnado en su ADN el teatro, llegó de muy pequeño a pedirle a su papá que le construya una tarima en el patio, un escenario «casero», que le permitió al pequeño dar rienda suelta a sus sueños, voló en personificar personajes increíbles, que los fabricó creíbles.
Vittorio Gassman decía que «El actor ideal no debe tener alma, porque tiene que recibir el alma de los demás. Y esta carencia de alma es una de las razones por las que la profesión de actor siempre ha resultado un tanto sospechosa a la autoridad oficial.». Enrique al contrario, tiene alma y la ha entregado en cada obra, en cada momento y la ha perdido en cada aplauso. Pero si ha hecho pensar al pueblo con la letra de alguna obra.
Enrique está cercano a cumplir sus 50 años en teatro, como otro querido actor «Pirincho» Rizzo. Enrique es un hombre real, que ha ofrecido tan bien actuada esa mentira fantástica en el escenario, que todos hemos participado de ella y la hemos disfrutado como espectadores.
Julio González Canú