En estos días las autoridades nacionales y provinciales están discutiendo la implementación de mayores restricciones a la circulación para frenar la ola de contagios de Covid-19. Los funcionarios y funcionarias salen a realizar anuncios perentorios e intimidantes sobre la responsabilidad de la sociedad y la necesidad de que se tome conciencia de la gravedad del problema. En otras palabras, estamos exactamente en la misma situación que hace un año.
Llegamos a la mitad del otoño con poco más de ocho millones de personas vacunadas con una dosis y solamente unas dos millones doscientas mil con las dos dosis. En el medio vimos una campaña de vacunación caótica, que no cumplió ninguna expectativa, en la que diversos grupos se colaron para recibir la dosis antes que los adultos mayores, que son quienes más la necesitan, una campaña de vacunación en la que se decidió retrasar la segunda dosis sin ningún tipo de garantía sobre su efectividad. Lo único que jugó a favor durante estos meses fue el clima, si el otoño hubiese sido más crudo, la desesperación de estos días hubiese llegado antes.
Y mientras tanto el 85% de los fallecidos siguen siendo adultos mayores. Según declaraciones de la ministra de salud, el 95% de las personas que se internan en terapia intensiva no recibieron la vacuna. Lo cual demuestra, por si hiciera falta, que la vacuna funciona y que la situación en la que nos encontramos es responsabilidad de las autoridades que no la consiguieron.
Hace más de un año que lo único que podemos hacer es escondernos y buscar a quién echarle la culpa. La familias que se reúnen, los bares que dejan entrar a la gente, los runners, los chicos que se intercambian los barbijos en la escuela, los jóvenes que salen a la noche, el sistema de salud que se relaja, los viejos que no hacen caso. En poco tiempo ya no van a quedar grupos sociales a los que responsabilizar.
La sociedad acata y seguirá acatando las restricciones en la medida de lo posible, sea lo que sea que anuncien en los próximos días. Si el acatamiento no es total es porque las autoridades generaron las condiciones para que no lo sea.
Cómo sostener las restricciones a la circulación después de un año de cuarentena. Cómo pedirle a un jubilado que no salga a buscar la manera de subsistir, cuando cobra $23.000, según el último reajuste, y tiene una canasta básica de $64.000. ¿Acaso el gobierno que anuncia una jubilación de miseria es distinto del que dicta las restricciones?
Hay que decirlo una vez más, estamos en esta situación porque no tenemos vacunas, porque las oportunidades de conseguirlas fueron desaprovechadas, porque no se realizaron las gestiones que se tenían que realizar en el momento adecuado, porque para los políticos argentinos siempre es más fácil buscar culpables que buscar soluciones.
No es la sociedad que se relaja o que no comprende la gravedad de la situación, son las autoridades las que no están a la altura de las circunstancias.
Entrevista de AM 1210:
Dr. Eugenio Semino – Defensor de la Tercera Edad – Presidente de la Sociedad Iberoamericana de Gerontología y Geriatría