El precio de los alimentos, especialmente la carne, es una de las principales preocupaciones del Gobierno nacional y de la mayoría de los argentinos. La dirigencia del Frente de Todos suele decir, en clave electoral, que el futuro político del país se basa en dos grandes pilares: el precio del asado y el avance de la campaña de vacunación.
En las últimas horas, la versión sobre una intervención de parte de la Secretaría de Comercio Interior para evitarlo generó una alerta entre los actores políticos del agro. Fue luego de que el supermercadista Alfredo Coto comprara unos 540 novillos pesados en el Mercado de Liniers, a 198 pesos por kilo vivo.
El precio terminó convalidando una tendencia alcista en los precios. Hay un dato para nada menor: Coto es el jugador más fuerte dentro de Liniers, ya que suele acaparar cerca del 10 por ciento de la hacienda.
A lo largo de todo el mes, los novillos de 390 a 430 kilos se movieron, en promedio, en 184 pesos, con máximos de 204 pesos que se dieron la semana pasada. Esta semana hubo una leve baja, y Coto compró lo más caro posible.
Una vez que se conoció esa compra, Comercio Interior, la secretaría a cargo de Paula Español, levantó el teléfono y ordenó que ya no operen, con el objetivo de que los precios se estabilicen para abajo. O al menos esa fue la versión que corrió dentro de Liniers y entre los principales operadores del sector.
El plan de Español sería, en este marco, lograr una baja de precios en el mediano plazo a través del aumento de la productividad. No parece, sin embargo, que el cese de operaciones de parte de Coto haya surgido de manera espontánea.
Como era de esperarse, mera hipótesis sobre una intervención del Gobierno provocó una áspera reacción del sector agropecuario. El malestar de los actores políticos del sector agropecuario encuentra en Español su válvula de escape. Esta semana ya hubo cruces luego de que la funcionaria se mostrara a favor de una suba de las retenciones.
La Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP) salió a repudiar la “actitud insensata e intimidatoria” del Gobierno, a quien atribuyó el “amedrentamiento a consignatarios y/o compradores que operan en el Mercado Físico de Ganados mediante llamados telefónicos”.
En ese sentido, aseguraron que el alza de precios de la carne se vincula a “las variables inflacionarias y monetarias del país (alta inflación y bajo poder adquisitivo)” y señalaron que “ninguna medida en los mercados podrá resolver las causales del origen”.
Más allá de la reacción del sector agropecuario, la medida de Comercio Interior tuvo dos consecuencias favorables -al menos en el corto plazo- para el bolsillo de los consumidores. El primero es que hoy Coto volvió al mercado con una compra casi simbólica de 70 vacas. El segundo dato es que las categorías de consumo, especialmente el novillo pesado, mantuvieron sus precios.