Ante este cambio de época, en este duro ordenamiento socioeconómico, talla el desafío de superar la pandemia, la indigencia y la pobreza crecientes. Emerge la urgencia de atacar en serio a esta inflación, única en el mundo (salvo la de Venezuela en dictadura y la de algunos enclaves africanos), y de reactivar el aparato productivo y los servicios. Es preciso accionar en pos de un desarrollo diversificado, con trabajo genuino y derechos humanos y sociales integrales. En este contexto, a todas luces es contraproducente abroquelarse en el pasado y en el rencor, alimentando fanatismos de uno u otro signo.
Urge mirar hacia adelante, con efectivos gestos de reconciliación y de unidad ncional; gestionar mucho mejor la adquisición y la logística del manejo de las vacunas y, al mismo tiempo, acelerar el paso para recuperar el poder adquisitivo de la población más castigada. Erigir un aparato del Estado ordenador, más inteligente y eficaz. Poner en práctica el sostenimiento de nuestras pymes y la generación de empleo privado, apuntalando a los emprendedores de la economía social y a los de la economía popular; con una fuerte tutoría (sin cooptaciones ni clientelismo), una creativa asistencia técnica y un efectivo financiamiento blando, en el marco de una economía plural.