Transitando el primer trimestre del año y a quince meses de la asunción presidencial, nos encontramos con un presidente apostando a la unidad del justicialismo y alineándose al liderazgo y conducción de Cristina Kirchner.
El discurso de la vicepresidenta en la Ciudad de La Plata, en diciembre de 2020, toma real dimensión política marcando la agenda en dos ejes de gestión que eran espacios aparentemente exclusivos del presidente: Justicia y Economía.
En materia judicial, la agenda del gobierno es la que se impone desde la vicepresidencia y el corolario de la misma es el desplazamiento de la ex ministra Losardo.
Esta cruzada judicial se asemeja a lo que en su momento fue la ley de medios (2009), con la crucial diferencia que en esa jugada había planificación, objetivos y liderazgos para llegar a la sanción de la ley. En la reforma judicial hay improvisación, divergencias, falta de liderazgo y nulo diálogo con los distintos actores del mundo judicial.
En materia económica, se sigue desdibujando la figura del ministro Guzmán, que va dejando de lado su programa económico reflejado en el cada vez más difuso presupuesto 2021.
Es bueno recordar que el discurso en el Estadio Único de La Plata, Cristina Kirchner manifestó que el triunfo electoral de 2019 no fue sólo por la unidad del justicialismo, sino también por las políticas implementadas durante los doce años y medio de gobiernos kirchneristas. Y agregó, levantando la figura del gobernador Kicillof, que por primera vez un hombre de la economía llega a la gobernación de Buenos Aires (Cafieristas abstenerse).
Es obvio que ante las acciones políticas que se desarrollan producen efectos políticos, todas leídos por el sistema en clave electoral.
En la provincia de Buenos Aires, el llamado a elecciones internas en el justicialismo bonaerense para mayo del corriente año generó discusiones que golpean bajo la linea de flotación a la unidad justicialista para enfrentar la próxima contienda electoral.
La irrupción de Randazzo en el escenario político con fuertes críticas hacia la familia Kirchner y al presidente Fernández, abren una serie de especulaciones en diversos dirigentes que se muestran muy críticos al manejo verticalista y endogámico de la conducción de La Cámpora y del gobierno provincial.
Si se le agrega el incipiente armado de Graciela Camaño y Juan Manuel Urtubey en el territorio bonaerense, son canales donde se pueden encauzar las diferencias que van aflorando y que atentan contra la unidad, que fue el gran éxito electoral de la campaña 2019.
En la coalición opositora, también tiene presencia política un armado de dirigentes con raigambre peronista encabezados por el ex senador Pichetto, el ex ministro de la gestión de Cambiemos Joaquin de la Torre y la actual senadora provincial Claudia Rucci.
Asimismo, surgen graves conflictos políticos en la coalición oficialista, en provincias donde se eligen senadores nacionales. Tucumán y Santa Fe dan prueba de ellos.
En la primera de ellas, se quebró el bloque de diputados y crece la disputa del vicegobernador con el Primer mandatario.
En la provincia de Santa Fe, los conflictos en el bloque de senadores ponen un manto de duda sobre la unidad del Frente de Todos.
A medida que se acerca la fecha del cierre de listas se amplían los descontentos y las ambiciones personales atentan contra la unidad quedando cada vez mas nítida la falta de liderazgo de Alberto Fernández. Su principal virtud, que era dialogar con todos los sectores de la sociedad, va quedando cada vez más desdibujada.
Hoy mas que nunca, hay que volver a las fuentes, volver a hacer política, dejar de lado intereses personales y tratar de encauzar un momento trágico que transitamos como país.