La recomposición del peronismo logró avanzar y, luego de una interna ejemplar, la fórmula Menem-Duhalde, a través del Frente Justicialista de Unidad Popular (FREJUPO), se impuso en 1989 al radical Eduardo Angeloz.
El gobierno del Dr. Menem llegó en los 90′ cuando emergieron grandes acontecimientos mundiales: la caída del muro de Berlín, de la Unión Soviética y la derrota y/o el debilitamiento de los regímenes y movimientos nacionalistas y populares del llamado Tercer Mundo. Las grandes potencias se habían curado de sus heridas y habían montado una vasta transformación productiva y tecnológica. Entonces, calaron hondo las ideas de aquellos que extendían un certificado de defunción al protagonismo de los pueblos.
Asumiendo el gobierno anticipadamente, en medio de la hiperinflación y de fuertes tensiones sociales, Menem fue la expresión defensiva e incoherente del Frente Nacional. Más allá de su personalidad controvertida y, por momentos, grotesca, el riojano trataba de encontrar un lugar ante EEUU, el poder hegemónico luego de la implosión de la URSS, sin dejar de realizar gestos y generar acciones en pos de la reconciliación y de la unidad nacional.
Durante la primera parte de esa década, se hizo efectivo el crédito y el país tuvo un fuerte crecimiento del producto bruto, se liquidaron activos deteriorados y deficitarios, se recuperó la capacidad recaudatoria del Estado, se impulsó el MERCOSUR y se avanzó en transformaciones tecnológicas. Con la convertibilidad, se había logrado la estabilidad, aunque el “1 a 1” se prolongó más allá de lo recomendable, haciendo perder competitividad al país y facilitando el ingreso de importaciones que reemplazaron la producción y el trabajo argentinos. Se realizaron algunas privatizaciones con una visión cortoplacista de caja, con débiles marcos regulatorios y preocupantes señales de corrupción. Se agudizó la recesión y el desempleo y el endeudamiento hicieron estragos.
De todos modos, en aquel cambio de época, muchos consideramos que lo más apropiado era posicionarnos en este espacio frentista ya que -aunque bregamos, desde la provincia de Bs. As., por la salida ordenda de la convertibilidad y por la renegociación digna de la deuda externa- percibíamos que, desde el progresismo liberal frepasista (que armó la Alianza electoralista con el conservador De la Rúa), se exhibía una engañosa transparencia y se apostaba a la continuidad de una convertibilidad que hacía agua y que, junto al deterioro institucional, nos llevó a la grave crisis del 2001.
( *) Socio del Club Político Argentino