Fotografías que muestran elementos extraños en el cielo, filmaciones de vuelos no identificados y relatos y dibujos de presuntos OVNIS, ¿son la prueba de que no estamos solos en el universo?
Identificar lo que ocurre en la atmósfera, y más allá de ella, en lo que respecta al cielo nacional es la tarea principal de Rubén Lianza, un comodoro (retirado) de la Fuerza Aérea a cargo del Centro de Identificación Aeroespacial (CIAE), un área que, además de prestar atención a fenómenos aeroespaciales, cobra año a año mayor relevancia estratégica a la hora de imaginar futuros escenarios de conflicto.
“Fuimos incorporando capacidades, como softwares de análisis de imágenes. Además, nos hemos especializado en seguimiento satelital. Por ejemplo, si una persona observa un destello en el cielo, podemos corroborar si se trató de un satélite Iridium (una empresa dedicada a la telefonía satelital). Podemos confirmar eso, y hasta brindar el número de serie del satélite causante del destello”, cuenta Lianza, quien, como piloto de pruebas, no solo tuvo la suerte de volar distintas aeronaves dentro de la Fuerza, sino que también realizó cursos vinculados a la interpretación y análisis de imágenes en Francia y pudo perfeccionarse profesionalmente en Estados Unidos.
Desde su oficina en el edificio Cóndor, el oficial puede hacer un seguimiento del movimiento satelital en todo el mundo. En 2018, fue uno de los encargados de monitorear el cielo nacional, cuando se estimaba que los restos de la estación espacial china Tiangong 1 –que había quedado fuera de control— podían llegar a caer en la Argentina. En tiempo real, él realizó el seguimiento hasta su última órbita y, por estar en contacto con el Comando Espacial Conjunto de EE. UU., pudo informar de inmediato a las autoridades castrenses locales sobre el lugar donde cayeron aquellas piezas.
La labor que hace el CIAE es de vital importancia ya que, al hacer seguimiento de los residuos espaciales hasta su lugar de caída, pueden ayudar a mitigar los daños a la población, impidiendo que, por ejemplo, los pobladores de la zona afectada retiren elementos sumamente contaminantes y corrosivos, como los tanques esféricos de hidracina.
Además del monitoreo satelital que realiza este centro de identificación, la Fuerza Aérea presta un servicio público al recibir todas las denuncias relacionadas con el avistamiento de objetos no identificados que la ciudadanía les envía para análisis. “Hacemos identificación en rango óptico de todo lo que se mueve del horizonte hacia arriba. Incluso llevamos un registro de los ingresos de la chatarra espacial para, llegado el caso de tener que desplegar al terreno, poder identificar su naturaleza y procedencia. Nosotros notificamos a la CONAE y al Ministerio de Relaciones Exteriores para que pueda contactar al país lanzador”, explica y agrega que la información relativa a las posiciones de los satélites es muy precisa y proviene del Comando Espacial Conjunto, dependiente del NORAD (North American Aerospace Defense Command), donde Estados Unidos hace el seguimiento y la actualización de parámetros de todo el tránsito orbital (incluida la basura espacial) y presta ese servicio a todos los países del mundo.
El Centro utiliza un software desarrollado en Francia para el reconocimiento óptico con los satélites Helios y también utilizado por el GEIPAN (Grupo de Estudio e Información sobre Objetos Aeroespaciales No Identificados), además de otros softwares complementarios, de código abierto, de origen británico, norteamericano y polaco. En ese sentido, Lianza revela que la intención es poder adquirir sensores con sistema escalonado láser-radar para poder hacer inteligencia geoespacial: “Es lo mismo que hace un sistema antiaéreo que, en vez de usar artillería convencional, utiliza artillería óptica para poder identificar a los satélites que pasan sobre territorio nacional”.
AVISTAMIENTO DE FENÓMENOS AEROESPACIALES EN ARGENTINA
¿Cuál es la razón de ser de esta oficina? “Hay razones generales y específicas que justifican la existencia de un organismo como el nuestro: dentro de las generales, para poder generar conocimiento sobre identificación aeroespacial, desarrollando y difundiendo métodos que permitan separar, con eficacia y rapidez, todo lo ordinario de lo que las personas consideran extraordinario. Eso se realiza con el objetivo de esclarecer, con el mayor grado de certeza todo aquello que, a primera vista, no parezca tener explicación”, resume el comodoro.
Con respecto a las razones específicas, Lianza explica que la identificación del rango óptico resulta crucial para la toma de decisiones, tanto en tiempo de paz como de conflicto. “Porque si hay que ordenar interceptar a un objeto, esta decisión va a estar fundamentada si, previamente, se logró identificar al mismo”, detalla y, agrega, que además hay determinados objetos, que se mueven por fuera del rango del caza interceptor. De hecho, recuerda que, en el año 1985, debieron despegar dos aviones Mirage para interceptar un objeto que estaba a 29 km de altura. “El techo máximo de esa aeronave es de 17 km, por lo que nunca lo hubiese podido alcanzar. Si la altitud del objeto se hubiera conocido (con algún telémetro, por ejemplo) y se hubiera contado con artillería óptica suficiente para identificar al objeto, el mejor modo de acción hubiera sido mantener a los aviones en plataforma”. El objeto resultó ser un globo experimental francés lanzado desde Sudáfrica. “Hoy, nuestra doctrina de empleo para interceptar blancos aéreos es que, primero, éste debe ser identificado para recién luego, si se considera necesario, dar la orden de interceptación”, comenta.
Restos de un tanque de hidracina caído en 1974, en las cercanías de la localidad de Ayacucho, provincia de Buenos Aires. Foto: Fernando Calzada.
Restos de un tanque de hidracina caído en 1974, en las cercanías de la localidad de Ayacucho, provincia de Buenos Aires. Foto: Fernando Calzada.
El ámbito de este centro, sostiene el oficial, es multidisciplinario. De hecho, colaboran con otros organismos y, además, la tecnología y las metodologías que utilizan permiten brindar un servicio a la comunidad con información confiable y auditable, “para que las preguntas que se hace la gente y los profesionales de aviación tengan una respuesta certeza y precisa”; una faceta educacional que tiene la Fuerza Aérea.
Desde el punto de vista operacional, también existe la necesidad de tener armado, en tiempos de paz, un organismo que, en caso de conflicto, se pueda constituir rápidamente en un centro de filtraje para análisis de fotos y videos de objetos registrados del horizonte hacia arriba, “donde el tamaño angular del objeto resulta ser el parámetro más importante. Con ese dato, se puede obtener tanto la distancia como el tamaño del objeto”, reflexiona.
¿De qué se trata la metodología que se aplica? Primero, planifican la investigación, luego recolectan toda la información, la analizan, presentan los resultados y, a partir de esta instancia, se toman las decisiones. Con la conclusión lista, llevan adelante una retroalimentación del proceso. “Si aparecen nuevas y mejores evidencias que refuten la primera hipótesis, empieza todo el ciclo de nuevo”, revela.
En la fase de análisis de información, donde entran las consultas de los ciudadanos, elaboraron una tabla en la que se trabaja con testimonios y evidencias. “En nuestra página web, las personas pueden encontrar un formulario y además se les pide que adjunten algún tipo de evidencia: fotos, videos o un dibujo bien elaborado. Se les da máxima importancia a los datos duros: desde en qué localidad se lo vio y hacia qué dirección se dirigió, si el objeto permaneció quieto, su elevación sobre el horizonte y, obviamente, la fecha y la hora exactas del avistamiento. Cuando tenemos la causa presunta, le aplicamos el método sugerido para esa hipótesis, se realiza el análisis y se formulan las conclusiones, volcamos todo en un informe final”, dice. Por ejemplo, si sospechan que es una mancha en el lente de la cámara, lo primero que hacen es llamar al testigo y pedirle la foto siguiente. Si esta imagen también tiene la mancha, la primera hipótesis queda confirmada. A veces la única forma de saber qué era el objeto es aplicando sofisticadas herramientas de remoción de borrosidad con el software traído de Francia. “Siguiendo estos métodos, hemos logrado resolver el 100% de las causas que nos han hecho llegar y que han cumplido los requisitos de testimonio y evidencia”, manifiesta. La gran mayoría de las causas están originadas en problemas internos de la cámara, reflejos del lente, píxeles quemados o también insectos y aves que cruzaron frente a la cámara. En menor medida se dan los casos de: globos, aviones, meteoritos, destellos de satélites Iridium e, incluso, Venus y la Luna.
Según Lianza, han resuelto el total de las consultas que recibieron y agrega que la gran mayoría están originadas en problemas internos de las cámaras, reflejos del lente, pixeles quemados, o insectos y aves que se cruzan frente a la cámara. Foto: Fernando Calzada.
Según Lianza, han resuelto el total de las consultas que recibieron y agrega que la gran mayoría están originadas en problemas internos de las cámaras, reflejos del lente, pixeles quemados, o insectos y aves que se cruzan frente a la cámara. Foto: Fernando Calzada.
Lianza, con la pasión que lo define, recuerda una observación de un vecino de Ramos Mejía: “Fue un caso muy simpático. Quiso sacar la foto de un avión y, en ese instante, aparecieron en la imagen dos objetos que resultaron ser una pareja de garzas. El testigo estaba siguiendo con su cámara una aeronave en sentido contrario al de las aves. Claro, estas, al moverse en dirección contraria a la de la cámara, salieron muy borrosas”. En aquel momento, relata, le pudo enseñar a la persona interesada todas las fórmulas matemáticas para calcular el tamaño angular del objeto contando los píxeles del sensor. “Todavía no teníamos el software francés (que hace todos los cálculos automáticamente) y, hasta ese entonces, debíamos hacer los cálculos en papel”, relata. En agradecimiento, el testigo -que resultó ser un talentoso pintor— le obsequió un cuadro al óleo de una garza posada.
“Las personas que nos envían fotos o videos pueden confiar en la Fuerza Aérea para saber, con un decente grado de certeza, qué es aquello que observaron. Nuestro enfoque es totalmente neutral, sin espíritu negador, pero tampoco corriendo detrás de lo paranormal. Dejamos que las evidencias hablen por sí solas. Lo mismo hacemos si la información fuera solicitada por las autoridades u otros organismos del Estado”, finaliza antes de continuar su trabajo, que en este último tiempo se intensificó ya que, según comenta, este año recibieron la mayor cantidad de solicitudes de informes y análisis de casos por parte de la ciudadanía.