Buscando entre mis fotos viejas encontré muchas sobre mi
hermosa ciudad, siempre digo, que aunque la vida me llevó a
vivir en otro lugar, es mi lugar en el mundo.
LAS FLORES, no tiene mar ni montañas.
Allí no hay nieve. A 1182,4 Km de Gaiman Chubut, ahí está
LAS FLORES ubicada en el interior de la provincia de Buenos
Aires en el centro – oeste de la provincia de Argentina.
Como no es una ciudad gigante, las noches de LAS FLORES
tienen estrellas siempre. Estas noches son todas distintas
pero forman una sola. Porque todas comparten algún aire o
temperatura, mezclado con humedad, que cuando uno vuelve
a esa sensación tiempo después, a donde viajas, es a alguna
de esas noches. Aun estando nublado se puede encontrar
alguna estrella que forcejea para existir en aquella belleza. La
oscuridad no ha podido vencer a la luz en algunos lugares.
Lo primero que siento al entrar a LAS FLORES es un
desapego: una suerte de extrañeza con lo común.
Es un lugar fuera de lo que se puede ver todos los días. No
tiene ninguna exaltación estética: ni playas como Hawái, ni
torre Eiffel. No hay nada de eso.
Si recorres el pueblo encontrarás una belleza distinta por lo
menos es lo que ven mis ojos que no se percibe
superficialmente con los cinco sentidos.
Hay algo en la forma de hablar de la gente, en el color de las
casas, en lo imperfecto de las calles, el atardecer, el color del
cielo, la tranquilidad.
Es casi un mundo aparte. Su belleza se te va filtrando por los
poros de la piel para instalarse silenciosa en el corazón. LAS
FLORES crea vínculos sentimentales con quienes la visitan.
Lo mágico del lugar se percibe como un sexto sentido.
Se ven las caras de la gente, de los viejos que canosos y con
vestimenta de otro siglo te sonríen y se sacan el gorro en
gesto de amabilidad.
Se saben que esos hombres van a sentarse en un banco de
la plaza a contemplar los árboles y nada nuevo ni
extraordinario va a pasar, pero, sin embargo misteriosamente
sonríen.
Cuando llueve en LAS FLORES se forman pequeños charcos
en las calles.
La tierra negra de los baldíos se moja y el viento cosecha
estos olores y los junta con la humedad, y esto se puede
sentir.
Entonces el olor es la felicidad.
Alrededor de 23,871 habitantes tiene LAS FLORES.
Allá se conocen todos.
Cada uno existe como quien es. No se es anónimo.
Siempre se dice que de pueblo chico, infierno grande.
Pero nunca se dice que cuando uno se levanta a las 07:00hs
de la mañana y sale a la calle sola, fría y silenciosa se
encuentra con un hombre de cualquier edad y que lo llama
por su nombre; lo mira a los ojos, le dice ¿Cómo estás? Tanto
tiempo sin vernos: vos sos el hijo de…?
Con tu mamá íbamos el colegio!!!
En LAS FLORES se puede ser feliz. Lo que hay es cierta
magia local alimentada por la nostalgia de tiempos pasados,
por la esperanza de la lluvia, por el saludo de los viejos y
hasta por el brillo de las estrellas. ES EL MEJOR LUGAR
DEL MUNDO.
LAS FLORES tiene tiempo para la infancia y para la vejez, y
todo lo que hay en el pueblo está dispuesto a patear a la
tristeza y dejar entrar a la felicidad.
Es un lugar atrapado entre las coordenadas de todo aquello
que no llama la atención: está fuera de tiempo, no es el mejor
suelo, no tiene nada especial y sin embargo, lo es.
Fotos del Instagram @historiasinfimas– Julio González Canú